Agotado temporalmente
Estremecidos por la desaparición de Apolo, los dioses del Olimpo ven cómo se deshace la frágil unión que se había fraguado entre ellos tras la muerte de Poseidón. En adelante, cada cual va a lo suyo, siguiendo la tradición de esa gran familia disfuncional cuyos miembros demuestran particular talento en destrozarse mutuamente. Todo ello para gran alegría de Thymos, que por fin ve llegada la hora de la venganza. A menos que la intervención de los humanos arrastrados por la estela sangrienta del cazador de dioses acabe obstaculizando sus planes. Todas las familias tienen problemas, pero cuando se trata del Olimpo, la ropa sucia se lava en público y eso invariablemente termina salpicando a los mortales.