Disponible
Las amigas me han echado del grupo, uno de los chicos me presiona para que nos enrollemos... Psicológicamente, me siento en un callejón sin salida. Solo me falta ver que los padres de Mari no hacen ni el menor esfuerzo para comprender y apoyar a su hija: es la gota que colma el vaso. Soy incapaz de seguir callando. ¿Qué será, al final, de Mari y de mí...?