Dorohedoro Nº 20 (de 23)

La batalla final ha llegado. El hombre lagarto se enfrenta a la gran bestia, fruto de la rabia y del dolor acumulados durante eones. ¿Quién ganará la apuesta? ¿Chidaruma o los demonios? ¿Qué nuevo poder habrá adquirido Caimán? ¿Logrará la Family sobrevivir al fango corrosivo? ¿Qué hay detrás de la enorme puerta que se yergue en el cielo del mundo de los magos? ¿Podrá Quillion detener la lluvia de Hole? El esperado desenlace a la obra maestra de Q-Hayashida, con un último hechizo extra y un posfacio de la autora.

La bestia ha nacido y ha salido de su agujero. Solo tiene una idea en mente y no parará hasta haberla ejecutado. Chidaruma la acompaña. En el mundo de los magos, Quillion prosigue su misión para intentar averiguar el origen de la lluvia tóxica y de las hordas de zombis que vomitan humo sobre las nubes. Nikaidô ha completado su transformación. Junto con Caimán y Asu, buscará un modo de pararle los pies al monstruo gigante al que los humanos no parecen temer. Tienen el cuchillo de Store consigo. ¿Qué podría salir mal? ¡Se acerca la batalla definitiva!

Armada de valor, Quillion decide salir del negocio de Tanba para averiguar qué es lo que provoca la existencia de la misteriosa lluvia de Hole en el mundo de los magos. En Hole, el nivel de los residuos en la gran balsa no para de descender. Dentro de los Grandes Almacenes Centrales, En se prepara mentalmente para atacar al gran rival. Mientras, un espectro guiará al profesor Kasukabe y a Curse a través del pasado y les revelará los grandes enigmas de Dorohedoro. A escasos tomos del desenlace, este volumen alcanza nuevas cotas de gore y bizarrismo.

La casa negra ha llegado al interior de los Grandes Almacenes Centrales y los demonios han desembarcado como un grupo de turistas en plena excursión. Mientras, un personaje misterioso se le aparece a Nikaidô y le revela la única forma posible de escapar del tétrico laberinto. En otro rincón de los grandes almacenes, un grupo de cabezas pensantes intentan hallar un remedio a una situación surrealista y desesperada. En este tomo encontraremos más casquería, más leñazos, más magia, más personajes siniestros, más gastronomía y más humor disparatado.

Los Grandes Almacenes Centrales se han convertido en un laberinto tenebroso. Fujita se halla solo y desamparado en presencia del ojicruz Tetsujô. Su único deseo es llevarles a los demás el tumorcillo diabólico para poder resucitar a En. Mientras, en otro rincón, Shin y Noi buscan a Ebisu y Kikurage, quienes deambulan por un tétrico pasadizo en compañía de su nuevo siervo Kaiko. Tras el apagón, Nikaidô, Asu y Risu tratan de encontrar una salida a la prisión en la que se encuentran atrapados. Una casa llena de demonios se desplaza cual submarino en el fango. ¿Adónde van y qué pretenden?