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Rintaro ya lleva un tiempo en el infierno, pero aún tiene mucho que aguantar para salir de él. No solo tiene que expiar sus pecados, sino que no deja de aumentarlos. Koyori, su diabla a cargo, tampoco pone de su parte. ¡Así no hay manera! Por suerte, el amor comienza a aflorar. ¡Para amar en el infierno hay que currárselo!